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viernes, 14 de mayo de 2010

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Entre sosiego y pesadilla




Hoy necesitaba estar calma, como la imagen de ahí arriba... ese cielo rosáceo y ese mar quieto tranquilizan, ¿no creen? Y el faro, estoico en su soledad, invita al sosiego. No como yo, que por dentro era un pozo y por fuera apenas una fachada.

Me dispuse a hacer lo posible por lograrlo, y empecé por mi fondo de escritorio. Quería, necesitaba, ese faro en mi pantalla... al fin y al cabo, paso tantas horas sentada acá que pensé que una imagen que transmitiera armonía seguro conseguía resultados positivos. Así que fui y situé mi faro sereno en el escritorio, como si con ello fuera a cambiar mi estado de ánimo en algo, pero bueh, siempre he sido medio ilusa.

Craso error: la foto quedaba chica (mi laptop tiene pantalla wide, y sobraba espacio por todos lados), entonces, cambié la configuración y la puse expandida. Un horror. El pobre faro parecía visto a través de lentes empañados. Probé con la configuración mosaico y solo logré que, en vez de transmitir paz, mi faro pareciera sicodélico. La cosa estaba cada vez peor. Sin embargo, caprichosa como soy, me fui al sitio Web donde había conseguido la foto para empezar, pensando que seguramente la podría encontrar en un tamaño más acorde a mi pantalla. Lindo, llegué ahí y me puse contenta, había una versión para pantallas wide. Lo descargué y ¿pueden creerlo? ¡Quedó grande! Apenas se veía parte de mar y la torre, y mucho cielo rosado...

Me fastidié tanto que puse el póster de la próxima ‘Pesadilla en Elm Street’ de fondo de escritorio. Si no puedo tener paz, entonces quiero mucho miedo – siempre es mejor que la angustia. Bienvenido, Freddy.

sábado, 1 de mayo de 2010

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Magia gatuna

El Amigo es muy futbolero, y aunque muy racional, no tiene problemas de apelar a las medidas más estrafalarias para asegurar que su equipo o la selección uruguaya gane partidos. Por algún motivo inentendible (mírenme, si soy un angelito) se le ha metido que tengo algún tipo de influencia en el destino vía mis gatos.

Porque soy buena con los gualichos, y aquellos que incluyen pelos, bigotes o uñas felinas son los que me salen mejor. Si la necesidad es muy extrema, voy y mato un gato (total, cada uno de ellos tiene siete vidas, no van a extrañar una más o menos) y generalmente obtengo resultados positivos (otras no, pero se ve que algunas vidas de gato vienen falladas). Tengo mis esperanzas puestas en Gina, les diré, una gata virgen seguro vale por cinco, pero por ahora estoy ahorrando vidas, porque se viene el mundial y seguro ahí necesito muchas.

Hace unos días, adopté una víctima de sacrificio nueva: el Dr.Malito, un gato amarillo y maullón que ya se apoderó del espacio detrás de la tapa de la laptop (Gina adelante, Malito detrás, mi dios, estoy rodeada de gatos). El Dr.Malito llegó a la familia porque el último gatito de la camada de Flor desapareció hace unos días (en mi barrio se ve que la gente no quiere mucho a los mininos) y Ale estaba desconsolada.

Cuando se lo comenté al Amigo, me hizo reír.

“Increíble usted,” me dijo. “Con la cantidad de gatos que ha tenido, Uruguay debería ser campeón del mundo antes de empezar a jugar.”

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