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martes, 31 de marzo de 2009

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Lecturas peligrosas

Paolo y Francesca, 1864

Anselm Friedrich Feuerbach


Cómo el amor a Lanzarote hiriera,
por deleite, leíamos un día:
soledad sin sospechas la nuestra era.

Palidecimos, y nos suspendía
nuestra lectura, a veces, la mirada;
y un pasaje, por fin nos vencería.

Al leer que la risa deseada
besada fue por el fogoso amante,
éste, de quien jamás seré apartada,

la boca me besó todo anhelante.
Galeoto fue el libro y quien lo hiciera:
no leímos ya más desde ese instante.





Dante Alighieri
"La Divina Comedia"
Canto V



Si las mujeres que leen son peligrosas, bien pueden serlo las lecturas también. Seguro Paolo y Francesca consideran que esto es así... ¿su historia hubiera sido la misma si en vez de haber estado leyendo sobre los amores adúlteros de Lanzarote y Ginebra, hubiera sido el Libro de Ruth? Tal vez no, tal vez los amantes necesitaban un empujoncito y Galeoto se los dio.

Teniendo en cuenta el tipo de cosas que me gusta leer, y escribir, estoy segura que voy por mal camino, igual que ellos. Pero claro, prefiero la eternidad en el segundo círculo junto al Amigo, que solita en el paraíso adorando a la divinidad, nada debe ser más aburrido.



lunes, 30 de marzo de 2009

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Las mujeres, que leen, son peligrosas

Joven leyendo, 1850

Franz Eybl

Me enteré de que existía este libro en casa de la Vaga, ya no recuerdo ni en qué circunstancias. La idea era que luego de conseguirlo ella, me lo prestaría, lamentablemente nunca lo consiguió porque me quedé con las ganas de leerlo hasta hace poquito que por fin logré poner mis manos sobre él.

“Las mujeres, que leen, son peligrosas” es un libro de Stefan Bollmann en el que el autor nos invita a recorrer con imágenes la historia de la lectura femenina. “Desde Rembrandt hasta Hopper, pasando por Matisse, Manet o Casas”

Las reproducciones de cuadros de diferentes épocas y estilos retratan mujeres leyendo; desde figuras religiosas como la virgen María, con cara de fastidio ante la visita del ángel Gabriel que anuncia un embarazo no deseado justo en medio del capítulo más interesante del libro, o María Magdalena, imaginada por dos artistas diferentes, enfrascada en la peligrosa actividad de la lectura, tramando vaya a saber qué cosas – y sí, ya sabemos todos que María Magdalena era una mujer maaaala. También aparecen mujeres que hicieron historia, como Madame Pompadour y Leonor de Aquitania, o personajes literarios como la desafortunada Francesca con su Paolo, pero la mayoría son mujeres anónimas que sólo tienen en común su amor por los libros. Niñas y ancianas, madres y vírgenes, aristócratas y criadas... todas leyendo.




Me gusta pensar que soy peligrosa, no a lo Gatúbela o Lilith, pero sí a lo mujerqueleedesdequeaprendióaleersiglosatrás, y por supuesto, a lo mujer insumisa, que, según el prólogo de la editora catalana Esther Tusquets, es la cualidad que mayormente se quería aplastar al limitar el acceso a la lectura a las mujeres:



Durante siglos han sido muchos los hombres a los cuales las mujeres que leen les han parecido sospechosas, tal vez porque la lectura podía minar en ellas una de las cualidades que, abiertamente o en secreto, a veces sin ni confesárselo a sí mismos, más valoran: la sumisión.

No creo que haya dudas con respecto a la veracidad de esa hipótesis, o los libros no hubieran sido tan celosamente guardados, elegidos o directamente prohibidos. Existen cientos de testimonios sobre esto, además, del puño y letra de filósofos, médicos, humanístas y sí, ¡hasta pedagogos!



La falta total de movimiento corporal durante la lectura, unida a la diversidad tan violenta de ideas y de sensaciones sólo conduce a la somnolencia, la obstrucción, la flatulencia y la oclusión de los intestinos con consecuencias bien conocidas sobre la salud sexual en ambos sexos, muy especialmente del femenino.
Karl G. Bauer (1791)

La lectura sin gusto ni reflexión representa un despilfarro insensato, un temor insuperable ante cualquier esfuerzo, una propensión ilimitada al lujo, un rechazo a la voz de la conciencia, un tedio de vivir y una muerte precoz.
Johann Adam Bergk (1799)

Las mujeres no deben seguir su propio juicio, dado que tienen tan poco.
Juan Luis Vives (1523)

Pero no hay duda de que las mujeres que leen son más o menos peligrosas para los hombres, más o menos peligrosas para sí mismas, según el tipo de literatura que consumen."

Esther Tourquets


Por supuesto, un punto que no toca este libro, aunque Esther lo menciona en su prólogo - et tu, Esther!, y que no es un punto menor, es la calidad de la lectura de las mujeres. Muchas veces se subestiman nuestras opciones al momento de leer, generalizándonos a todas como lectoras o autoras de la dudosa categoría de los “libros de mujeres” o "literatura femenina". No importa si nos decidimos por Corín Tellado o Doris Lessing. Pero bueno, eso ya es material para otra entrada.

Yo siempre digo que leo lo que me gusta, no lo que me debería gustar, y estoy cansada de que tilden mis elecciones de poco edificantes, o me miren como a una hereje (aunque ya estoy acostumbrada al epíteto, la verdad) si digo que nunca pude entrarle a "Cien años de soledad". Me consuelo pensando que en eso, como en tantas otras cosas, tampoco soy sumisa.






Stefan Bollman, "Las mujeres, que leen, son peligrosas", Ed. Maeva, 2007

miércoles, 25 de marzo de 2009

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I am a rock















And a rock feels no pain;
nd an island never cries.

sábado, 21 de marzo de 2009

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Vaya, vaya, dijo el elefante gigante. . .

Recorriendo la red buscando imágenes para otra cosa, como suele pasar, me encontré con los trabajos de este ilustrador que me han encantado. Alexander Jansson es un artista sueco con una imaginación increíble, que se dedica a la ilustración y el cover art. Su sitio web está en reconstrucción, pero supongo que estará disponible pronto, la verdad no puedo esperar.

Mientras tanto, si me tuviera que perder en alguno de los mundos imaginarios de Jansson, me encantaría viajar en elefante, ¿a ustedes?
































Sitio Web del Artista:Alexander Jansson

viernes, 20 de marzo de 2009

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¿Gatos flacos?

Si empiezo esta entrada como pensaba, escribiendo: “explorando el Twitter” seguramente me criticarán por hereje incoherente. Pero bueno, ahora que estoy en el universo ornitológico ese, al menos puedo pasearme un poco por ahí. La cosa es que explorando el Twitter me encontré con que hay un montón de gente chiflada por los gatos… supongo que esto mismo lo podría haber descubierto googleando, pero ta, me gustaron los gateros de Twitter.

Yo estoy chiflada por los gatos también, aunque no soy una chiflada clásica. No aprendí a teclear con un gato en el brazo, ni duermo como una contorsionista porque ellos ocupan el centro de la cama o escribo una página web sobre mis mininos... ups. Pero nunca pude dejar de tener algún gato en la vuelta, aunque la Vaga se compadezca de mis animalitos y diga que no los quiero. No sé, es medio contradictorio el tema: me gustan pero me molestan. No puedo vivir sin ellos, pero vivo renegando... y no me digan Gata Flora.

En este momento tengo dos gatitos de unos seis meses, hermanitos ellos, Blue y Flor – Flor, no Flora – bautizados por mis hijas Elisa y Alessa respectivamente. Algún arreglo entre ellas mediante, parece que los dos gatos son de Ale y el perro, Nico, de Eli. Me di cuenta porque hablan de madres, hijos y tías y ese tipo de relaciones familiares. Creo que me toca ser la abuela en ese esquema de parentelas. Había una ardilla también, hija de Eli, pero se la comieron los gatos, así que además de molestosos, son gatos fraticidas.

En realidad, con mis dos hijas tengo suficiente, ni hablar de las bolsas de 25 Kg. de comida de perro – que no entran en ningún lado, las piedritas sanitarias de gato, la cama llena de pelos, el sillón siempre ocupado y el constante maullar durante la noche, y sí, abuela desnaturalizada pueden decirme, pero los gatos duermen afuera.

Bueh, estoy divagando ya y me alejé bastante de lo que iba a decir en primer lugar. El tema es que paseándome por las cuentas de los gateros de Twitter, me encontré con esta publicidad de Whiskas que me fastidió tanto como al gatero que la publicó.



Entiendo que los gatitos tengan que estar saludables, pero si tengo que cuidar la silueta de mis bichos además de la mía, me muero del estrés. ¡No es posible que haya Whiskas 0%!! Ahora ni a los animales los dejan vivir en paz. Dentro de poco vamos a tener gatos anoréxicos o dueños de gatos paranoicos, o ambos.

¿Desde cuándo acariciar un gato es hacer un diagnóstico? Se imaginan diciéndole a su minino: "Vení gatito, dejame acariciarte un poquito a ver si te siento las costillitas…"

Claro, seguro van a decir que estoy así de indignada porque soy gorda y me identifico con esos gatos panchos y redonditos, felices y sin ganas de hacer dieta. Y tienen razón. Ya lo oigo al Amigo: "venga Anita, déjeme acariciarla un poquito a ver si le siento las costillitas…"




lunes, 9 de marzo de 2009

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Certezas

Tenía la certeza de que moriría virgen. Con una mano de uñas muy rojas tironeó la sábana y le tapó la cara. Otro necio. No entendía por qué nunca le creían.

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